miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL RENACIMIENTO : EN ITALIA

EL RENACIMIENTO EN ITALIA

Tributo al César :Massaccio, 1426-1427
medidas 255 x 598
Florencia, Santa Maria del Carmine , Capella Brancasi

Durante el Prerrenacimiento la pintura europea adquiere, por primera vez en la historia del arte occidental, la  primacía frente a los otros géneros artísticos. Surge entonces la primera relación entre obra de arte y espectador : el cuadro ya no solo se encuentra al servicio del observador , sino que también exige que se confronte con él.


Entre las grandes innovaciones de este período , se encuentran la investigación en los campos de la perspectiva y las proporciones , el nuevo concepto de retrato como reproducción fiel del individuo y comienzo de la pintura paisajística.


Desde el punto de vista artístico , se recorre el camino desde la representación " natural " hasta una profunda " aprensión de la naturaleza " . Esto puede decirse tanto de Italia , con las obras de Masaccio, Ucello , Piero della Francesca , Botticelli y Mantegna , como de los alemanes Mullscher o Witz. En los Países Bajos alcanza su apogeo la pintura de caballete, con los hermanos Van Eyck, Roger van der Weyden, Hugo van der Goes y Menling, llegando hasta los fantásticos 

mundos de El Bosco.





San Jorge y el dragón : Paolo Ucello , 1456
pintura al temple sobre lienzo 57 x 74 cm
Londres, NationalGallery



En las postrimerías del siglo XV, y sobre todo gracias a Antonello da Messina y Giovanni Bellini, comienza a prepararse en Venecia una revolución pictórica que anuncia el siglo XVI , el alto Renacimiento.

Con el Renacimiento la pintura occidental alcanza su apogeo . En este género se reflejan los cambios obrados en la concepción del mundo por las ciencias naturales y los grandes descubrimientos por las tensiones religiosas y por las agitaciones políticas y sociales. Lo real y lo ideal, lo profano y lo sacro, el éxtasis contemplativo y el frío escepticismo conviven juntos.

Leonardo da Vinci , da el paso decisivo al abolir el equilibrio en que se mantienen el color y la linea en favor de una modificación cromática de los contornos . Siguiendo su ejemplo, Rafael y Miguel Angel crean formas artísticas que servirán de modelo para toda Europa. Casi simultáneamente Giorgione, Tiziano, Tintoretto y el Veronés conciben una nueva imagen del mundo, en la que el hombre y la naturaleza forman una sola cosa. 

En Alemania, la pintura conoce un florecimiento único en cuanto a calidad y diversidad con Durero y Grünewald, Alldofer, Holbein y Lucas Cranach. Mientras que el genio creador de Pieter Brueghel domina toda la pintura neerlandesa, esta época llegará a su fin con las visiones religiosas de El Greco.





Virgen de la Anunciación , Antonello da Messina, 1475
óleo sobre madera 45 x 34, 5 cm
Palermo, Galleria Nazionalle della Sicilia




Los nombres de grandes épocas estilísticas en que estamos acostumbrados a clasificar el arte occidental- prerrománico, románico, gótico, Renacimiento y barroco- sólo pueden servir como una primera orientación . Ayudan a aproximarse a un período caracterizado por innovaciones artísticas, y en pocas ocasiones por el redescubrimiento de principios más antiguos , pero siempre hay que tener en cuenta que se trata de una evolución , no de una serie de rupturas. Por ello existen desfases que se oponen a una generalización de las definiciones.



El nacimiento del Quattrocento y su ténica





La técnica que predominantemente que se utiliza sigue siendo el mural, tanto en capillas, conventos e iglesias, como en los palacios renacentistas., se pinta sobre tabla e incluso sobre determinados muebles, como los arcones o los cassone  de bodas, muy populares en el Renacimiento italiano. Sigue usándose la pintura al temple, en la que el aglutinante es el huevo o la cola. Sólo en la segunda mitad de siglo, y empezando por Venecia comienza a introducirse el óleo.

Siguen siendo predominantes los temas religiosos, aunque los mecenas privados comienzan a encargar otros asuntos, como la Mitología o las escenas históricas.

Estos artistas se diferenciaron del gótico precedente al colocar las figuras en espacios arquitectónicos que procuran representar con la debida perspectiva. El centro de atención es la figura humana, generalmente idealizada, estudiada en diversas posturas y movimientos. Las proporciones humanas volvieron a normalizarse. Se perfeccionó así la tridimensionalidad y se sentaron las bases del estilo renacentista. Quattrocento Precedente: Giotto. Gran desarrollo en el uso de la luz. Falta de cohesión entre color y forma. Belleza idealizada (desnudos). Tema religioso desde un punto de vista profano.

Primera mitad del siglo

En un primer momento, hay una serie de pintores que enlazan perfectamente con el gótico internacional. Mantienen rasgos como los fondos dorados de las imágenes religiosas o la atención minuciosa al detalle. Como figura que anticipa el Quattrocento puede citarse, en el centro de Italia, a Gentile da Fabriano (h. 1370 - h. 1427), perteneciente al estilo gótico internacional.



Coronación de la Virgen ( Fra Angelico ) 1434-1345
panel de tempera 213 x 211
Museo del Louvre, Paris





Dos pintores contemporáneos que, partiendo del gótico internacional, están ya trabajando en algo distinto, son Fra Angélico (h. 1390 – 1455) en Florencia y Pisanello (h. 1395-1455) en el Norte de Italia. El primero de ellos realiza obras religiosas de un gran idealismo, en las que introduce elementos clásicos en la decoración. Destacan las obras que de él se conservan en el Convento de San Marcos de Florencia y los frescos, posiblemente pintados por ayudantes a partir de diseños suyos, en la capilla del papa Nicolás V del Vaticano, con episodios de las Vidas de san Lorenzo y de san Esteban (1447-1449).


Pisanello, por su parte, fue uno de los más distinguidos pintores de su época. Se le conoce sobre todo por sus frescos de grandes dimensiones, llenos de pequeñas figuras. Su color es brillante y el trazo, preciso, mostrando gran minuciosidad en los detalles. Finalmente, cabe mencionar, en este primer momento y como figura de transición hacia una generación posterior, a Masolino da Panicale (1383–1440), el maestro de Masaccio (1401-1428). Masolino se distinguió por una mayor preocupación por la representación fiel del espacio. Este rasgo lo tomaría su alumno, que perfecciona las reglas de la perspectiva hasta el punto de que muchos de sus cuadros parecen perfectos trampantojos. Destacan los frescos que realizó para la Capilla Brancacci en la iglesia del Carmen de Florencia.






Vista de la ciudad ideal ( Piero della Francesca ) 1475
Témpera sobre madera 60 x 200 cm
Galeria Nacional de las Marcas



Con Masaccio se pone en evidencia una tendencia más hacia el estudio de la perspectiva. Estos pintores florentinos crean pinturas de carácter monumental en las que introducen elementos de la antigüedad grecorromana. A partir de este momento, varios cuadros experimentaron estudio de perspectiva, como el famoso cuadro de Piero della Francesca Vista de una ciudad ideal en donde se trabaja con la perspectiva central a un punto de fuga. Otro punto que se puso en práctica fue el escorzo, el cual era una de las técnicas más difíciles. Precisamente el este aspecto destaca Paolo Ucello (1397-1475) quien se esforzó por representar la figura humana desde todas las perspectivas posibles. Sus Cuadros de Batalla contienen escorzos forzados que demuestran su maestría a la hora de reflejar posturas diversas. Andrea del Castagno (h. 1421 - 1457), influido por Masaccio y Giotto, se centra igualmente en la figura humana, a la que dota de una monumentalidad prácticamente escultórica. Sus obras incluyen frescos en el Cenáculo de Santa Apolonia de Florencia y la pintada Estatua ecuestre de Niccolò da Tolentino (1456) en la Catedral de Florencia. Piero della Francesca (1416-1492) es la figura cumbre de esta tendencia. Armonizó lo intelectual (es autor de un tratado sobre la perspectiva pictórica) con lo científico. Destaca el uso que hace de la luz como un elemento simbólico. A él se deben los frescos de San Francisco de Arezzo.

Esta primera generación florentina acaba con la obra de Fra Filippo Lippi (1406 –1469), discípulo de Masaccio, quien dentro de su pintura religiosa, sobresale por la originalidad del paisaje y la elegancia nerviosa en el dibujo, que influyó decisivamente en Botticelli.

Segunda mitad del siglo

Se produce en este momento una mayor complejidad en el estilo. Frente a la perspectiva y la monumentalidad anteriores, se tiende más a la búsqueda del dinamismo. Igualmente, se introducen numerosos detalles cotidianos que dan más vivacidad a las escenas, aproximándolas a la pintura flamenca de la época.



Nacimiento de Venus ( detalle ) Botticekki






Botticelli creó el ideal femenino el Quattrocento, tomando como modelo a Simonetta Vespucci; detalle del Nacimiento de Venus. Dentro de esta tendencia cabe situar a la segunda generación florentina, que se hace muy refinada; mantiene los fondos de arquitectura clásica, pero introduce elementos concretos de la vida cotidiana. Benozzo Gozzoli (h. 1421- 1497) es un pintor de frescos alumno de Fra Angélico. En 1459 comenzó la decoración de la Capilla de Los Magos, en el Palacio Medici Riccardi, donde se encuentra su obra más conocida, el «Viaje de los magos». Domenico Ghirlandaio (1449-1494) muestra su preocupación por los detalles cotidianos en los objetos y las vestimentas, de manera que más que pintura religiosa parece en ocasiones de género. Esta segunda generación tiene en Sandro Botticelli (1445-1510) su figura cumbre. Protegido de los Médicis, crea escenas mitológicas refinadas, de contornos precisos, líneas sinuosas y gran atención al detalle. En Botticelli se encuentra el modelo de mujer cuatrocentista, en sus representaciones de Simonetta Vespucci. En sus últimos años se dedicó a la pintura religiosa, una vez que los Médicis fueron expulsados del gobierno de Florencia y con el puritanismo de Savonarola dominando la República. Varias de sus obras fueron quemadas en la hoguera de las vanidades.


Otros autores florentinos de la época fueron Filippino Lippi (h. 1457 –1504), los hermanos Pollaiolo (Antonio Benci 1432-1498 y Piero Benci 1441-1496), Andrea del Verrocchio (h. 1435 – 1488, maestro de Leonardo) y Piero di Cosimo (1462-1522).


Los desposorios de la Virgen
(Lo sposalizio della Vergine)
Rafael SanziLoo, 1504
Temple y óleo sobre madera • Renacimiento
174 cm × 121 cm
Pinacoteca de Brera, Milán











En la zona central de Italia surge la Escuela de Umbría, que presta particular atención al marco en que se encuadraban las escenas religiosas, creándose un paisaje sereno y armonioso que posteriormente se transmitió a la obra de Rafael, pues su maestro, Pietro Vanucci, llamado el Perugino (1450-1523), perteneció a esta corriente. Destacó el Perugino por sus personajes afeminados y sentimentales, dentro de un orden simétrico. Pintó la «Entrega de las llaves a San Pedro» en la Capilla Sixtina, obra que logra la tridimensionalidad y recuerda en su composición, inevitablemente, a Los desposorios de la Virgen de Rafael. Pese a cultivar casi exclusivamente la pintura religiosa, era conocido su ateísmo, a lo que algunos atribuyen la monotonía de las imágenes: todos los personajes tienen las mismas facciones, hasta el punto de parecer de la misma familia, y el paisaje siempre es el mismo, el propio de Perugia; sin embargo, destaca en su obra la composición espacial: dota a sus cuadros de gran profundidad, permitiendo que la vista alcance hasta planos muy alejados, pudiéndose casi captar la atmósfera, el aire, el espacio entre las figuras.



 Perugino inspiró en un principio a Pinturicchio (1454-1513), quien después evolucionó hacia un estilo más personal, inclinado por la anécdota y el lujo. Se le conoce sobre todo por los frescos de los Aposentos de los Borgia en el Vaticano y los de la Biblioteca de la Catedral de Siena, a iniciativa del cardenal Francisco Piccolomini, sobrino del papa Pío II, cuya vida allí se representa.


Un último cuatrocentista de la zona de Umbría es Luca Signorelli (h. 1445-1523), con una obra muy personal que anticipa algunos rasgos que pueden verse después en Miguel Ángel. Formado en Florencia, viajó constantemente a lo largo de su dilatada existencia, pero conservó siempre el arte de la Umbría. Gusta de representar el cuerpo humano en diferentes posturas, con gran tensión y dramatismo, como puede verse en su «Caída de los condenados», fresco en la Catedral de Orvieto (1499-1503), admirado por Miguel Ángel, que le copió algunas de sus composiciones. Estos frescos realizados en la capilla de San Brizio, de la catedral de Orvieto, son considerados su obra maestra. En estos grandes frescos se pone en evidencia la familiaridad de Signorelli con la Divina Comedia de Dante.



Lamentación sobre Cristo muerto ( Andrea Mantegna ) 1457-1501
Témpera sobre tela 68 x 81 cm
Pinacoteca de Brera , Milán






Más al norte, hay dos escuelas locales, las de Padua y Ferrara. En la primera destaca Andrea Mantegna (h. 1431-1506), quien se complace en mostrar su gran habilidad con la perspectiva, realizando monumentales representaciones de los cuerpos humanos casi estatuarias. Aunque reproduce paisajes de la región, como puede verse en el Tránsito de la Virgen también conoce la arquitectura clásica e introduce fielmente en sus obras arcos de triunfo antiguos y bóvedas clásicas. Recibe influencia de Altichiero, de quien conoció la capilla Lido con leyendas de San Jorge, de Donatello que dejó en Padua lo mejor de su obra como el Gattamelata y finalmente de Giotto cuya Capilla de los Scrovegni pintó por completo. Un ejemplo paradigmático de su estilo es su Cristo muerto (h. 1500-1505). Emparentado por matrimonio con los Bellini, su obra se relaciona más con Venecia que con Florencia o Milán; además de trabajar en Venecia y Roma, lo hizo en Verona (el Tríptico de San Zenón) y, finalmente, fue llamado a la corte de Mantua, donde realizó numerosas obras para los Gonzaga. En Ferrara predomina la influencia flamenca en la obra de artistas como Cosimo Tura (h. 1430-1495) y Francesco del Cossa (h. 1436-h. 1477).


Finalmente, en Venecia comienza una escuela regional propia, que siente las influencias orientales del mismo modo que le alcanzan antes los avances técnicos del Norte de Europa. Antonello da Messina, siciliano, se formó en Flandes, y a su vuelta a Italia trabajó en el norte de la Península, donde difundió el uso del óleo y también el tratamiento objetivo de la realidad a la hora de representarla en un cuadro. Características de esta escuela es su gusto por el Cromatismo y también la importancia que se le da a la representación realista del paisaje. Las figuras más emblemáticas de este momento pertenecen a la familia Bellini (Jacopo, Gentile y Giovanni), siendo el más destacado de sus miembros Giovanni Bellini (h. 1424 - 1516) en cuyo taller se formarían Giorgione y Tiziano. Artistas venecianos menores fueron Vittore Carpaccio (h. 1460-h. 1525) y Carlo Crivelli (h. 1435 – h. 1495).
Leonardo da Vinci (1452-1519, prácticamente coetáneo del Perugino, puede considerarse el último cuatrocentista. No obstante, normalmente se le estudia dentro de la pintura del Cinquecento, junto con Rafael y Miguel Ángel.




El nacimiento de Venus
(La Nascita di Venere)
Sandro Botticelli, 1484
Temple sobre lienzo • Renacimiento
278.48 cm × 172.48 cm
Galería Uffizi, Florencia, 



La pintura del Cinquecento supone la cumbre del Renacimiento italiano. Se desarrolló, como su nombre indica, en la Italia del siglo XVI, pero no abarca toda la pintura de ese siglo, sino solamente la del primer tercio, ya que el clasicismo y el equilibrio propios de este Alto Renacimiento desaparecen a partir de la década de los veinte. Para el período 1520-1600 se prefiere usar el término de Pintura manierista. Representan la cumbre del renacimiento tres maestros de la escuela florentina que, sin embargo, destacarán por sus trabajos en otras ciudades, especialmente Roma: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio.



Características  generales

Respecto a la pintura del Quattrocento, se ha producido un avance notable. Sigue trabajándose sobre todo temática religiosa, pero se tratan también otros temas. Los pintores ya no se obsesionan con la perspectiva lineal y geométrica, sino que procuran una mayor naturalidad en sus obras. Alcanzan así un clasicismo que expresa un mundo en orden y perfectamente equilibrado entre fuerzas aparentemente contrapuestas como la dualidad entre lo real y lo irreal o el movimiento y el reposo. Rafael y las obras de juventud de Miguel Ángel ejemplifican esta serenidad ideal, buscando el modelo ideal que subyace a las formas naturales del cuerpo humano.

El rigor en la composición, con tendencia a adoptar formas piramidales, producen esa sensación de orden y equilibrio. Las figuras se colocan por lo tanto, dentro de un claro triángulo, relacionándose entre ellas por las miradas y las manos.

Generalmente, los grandes maestros tienden a dar más importancia al dibujo que al color. Sólo en las pinturas de Leonardo alcanzan también una proporción adecuada el énfasis en uno u otro aspecto; la preponderancia del color sobre el dibujo es típica, sin embargo, de la escuela veneciana. Quedan así caracterizados los dos centros pictóricos en torno al año 1500: por un lado Roma donde predomina la preocupación por el dibujo y la forma, que alcanza dimensiones escultóricas y colosales en Miguel Ángel; y por otro lado Venecia, donde se prefiere el color. Florencia pues ha perdido, tras la caída de los Médicis y las prédicas de Savonarola, el papel protagonista que había tenido el siglo anterior. En paralelo, el dibujo va perdiendo preeminencia, a medida que los contornos se van difuminando, con lo que se logra un claroscuro de luces y sombras que permiten modelar suavemente las figuras para que aparezcan más redondeadas. De esta manera se logra una mayor sensación de volumen y, en el paisaje, la profundidad de la perspectiva aérea o cromática, por contraposición a la estricta perspectiva geométrica propia del Quattrocento. Para conseguir este volumen se utilizan, además, otras técnicas, como la de colocar un brazo por delante de la persona retratada, lo que inmediatamente sitúa el tronco del retratado en un segundo plano. Esto se ve en La Gioconda, lo mismo que en el Autorretrato de Durero del Prado.

Esta característica se relaciona con otra circunstancia que permite diferenciar a los cuadros del Cinquecento de los del Quattrocento: el uso de la luz. En los cuadros de Botticelli, por ejemplo, la luz era directa, resultando un dibujo un poco plano, de manera que parecía vivir siempre en una eterna primavera. En cambio, apenas una generación después, la luz incide de manera distinta, creando sombras que aportan mayor realidad y perspectiva. No son ya escenas vibrantes y luminosas, sino que aparece la neblina o el crepúsculo.

Al lograr ese perfecto equilibrio en tan sólo una generación, se cerraban las vías hacia un nivel más alto o una nueva creatividad, porque no era posible mejorar la perfección. De este modo, los altos niveles conseguidos por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel no podían mejorarse y sí tratar de imitar una y otra vez, pintando los artistas posteriores a la maniera (esto es, «con el estilo») de esos grandes maestros del Alto Renacimiento, que es lo que se ha dado en llamar el Manierismo o «Renacimiento tardío» (1520-1600). En esa segunda mitad del siglo XVI el arte se hace caprichoso, se toman temas alegóricos, muchas veces de difícil comprensión. Se pierde la sensación de orden, equilibrio y serenidad, sustituida por otra de nerviosismo y desequilibrio: el Manierismo anticipa claramente el Barroco.

Varias circunstancias concurren para acrecentar esa crisis del Alto Renacimiento que hizo surgir el Manierismo. No sólo el agotamiento del modelo en las obras de los grandes maestros, que parece imposible de superar o introducir nada nuevo en ellos. También hay un agotamiento del ideal humanístico, ya que los conocimientos preestablecidos encuentran su contraste en los nuevos descubrimientos, geográficos y científicos. La propia Roma, centro neurálgico del Alto Renacimiento, se ve atacada por los imperiales en el año 1527 (Saco de Roma), lo que produjo una dispersión de los pintores por toda Italia. A ello se le une la progresiva crisis económica en toda Europa. El orden de la Cristiandad, que llegó incluso en el siglo XV a creer posible una unidad con los cristianos de Oriente, se rompe en pedazos con la Reforma protestante, lo que llevó a un repliegue ideológico del sur de Europa a los estrictos principios católicos (el Concilio de Trento y la Contrarreforma en la segunda mitad del siglo).

Entre el Alto Renacimiento y el Manierismo se puede situar la escuela veneciana. La crisis económica y espiritual tarda más en afectarle. Pero su sensualidad, cromatismo y luminosidad acaba haciendo de ella también clara antecesora de la pintura barroca.

Los grandes maestros

Leonardo da Vinci




La última cena
(L'ultima cena)
Leonardo da Vinci, 1495-1497
Temple y óleo sobre yeso • Renacimiento
460 cm × 880 cm
Santa Maria delle Grazie 



La Virgen de las Rocas, de Leonardo da Vinci, 1483, Museo del Louvre.
Leonardo Da Vinci (1452-1519) encarna al hombre renacentista por antonomasia, por las muy diversas formas del saber que atrajeron su atención. Como pintor, es la figura que ejemplifica el tránsito del Quattrocento al Cinquecento. Sus obras no son realmente muchas, pero sí de gran trascendencia para la historia de la pintura. Destaca su contribución con la técnica del esfumado, consistente en difuminar las sombras de la persona pintada hasta que se confundan con el fondo oscuro. De esta manera desaparecen los marcados perfiles propios del Quattrocento. Gracias a estos contrastes de luces y sombras se logra una impresión de profundidad. El dibujo preciso da paso a un uso del color para transmitir la sensación de profundidad. Sus paisajes, envueltos en una atmósfera neblinosa, y en los que se ha logrado la sensación de profundidad gracias a las gradaciones de color, están dotados así de un encanto misterioso. Igualmente enigmática es la típica sonrisa que da a sus personajes, un poco ambigua, que no transmite con precisión cuál es el estado de ánimo del retratado. El ejemplo máximo de este rasgo es La Gioconda.

Otra obra emblemática de Leonardo es La última cena que realizó para Santa María de las Gracias cuando estuvo al servicio de Ludovico Sforza en Milán. Vasari detalla de qué manera trabajaba Leonardo, con gran minuciosidad, muy lento, estudiando cada pincelada. De ahí que su producción sea tan limitada, y parte de ella inconclusa. Su gran proyecto para Florencia, un fresco con la Batalla de Anghiari en la sala del Palazzo Vecchio se cree que no se llegó a ejecutar; en cualquier caso, a tiempos modernos sólo han llegado copias de su dinámica composición. Dentro de su producción religiosa, destacan La Virgen de las Rocas y la Virgen y Santa Ana, obras de rigurosa y equilibrada composición triangular en las que puede apreciarse el típico claroscuro leonardesco.

Miguel Ángel




Capilla Sixtina ( Miguel Angel ) 1508-12
Ciudad del Vaticano



Vista de la Capilla Sixtina, con parte de la bóveda (1508-1512) y el Juicio Final (1533-1540), obras de Miguel Ángel.


Miguel Ángel (1475-1564,nació en un lugar y pertenece a una generación posterior a Leonardo. Es quizá el artista más completo del Alto Renacimiento, pues realizó obras escultóricas, pictóricas y arquitectónicas.

Su obra cumbre como pintor son los frescos que realizó en la Capilla Sixtina: primero la bóveda (1508-1512) y veinte años después el Juicio Final (1533-1540). Las diferencias de estilo entre una y otra composición evidencian el tránsito del Alto Renacimiento al Manierismo. En la bóveda se representan las tres artes: gracias a la pintura, las figuras parecen auténticas esculturas que se enmarcan en una arquitectura ficticia de pilastras y cornisas. Aunque de dimensiones sobrehumanas, en la bóveda sigue primando la serenidad, la perfección, el equilibrio clásico. Distinto es el Juicio Final del testero, composición abigarrada y nerviosa, plena de dramatismo y pesimismo.





La creación de Adán, detalle de la Bóveda de la Capilla Sixtina, fresco restaurado.


La creación de Adán ( Miguel Angel )
Fresco 4,8 m x230 m
Capilla Sixtina






Sus obras reflejan la terribilità, una fuerza dramática y enérgica que desprenden. Al mismo tiempo, su trabajo en la Capilla Sixtina es complejo, pues no hay una idea o proporción común a todos los frescos, sino que hay diferentes puntos de vista y de tamaños, hablándose entonces de una «multiperspectiva». Predomina en esta obra la representación anatómica de la figura humana en detrimento del paisaje, que nada interesa a Miguel Ángel. Y todo ello a través sobre todo del dibujo y la forma, el volumen, sin que tampoco haya en Miguel Ángel especial cuidado por el cromatismo. No son composiciones rígidas, sino que las posturas, las torsiones, la composición de los personajes, transmiten la idea de dinamismo y fuerza que lo alejan de la reposada serenidad del Alto Renacimiento y lo aproximan inexorablemente al dramatismo manierista y luego barroco.


La influencia de Miguel Ángel en el desarrollo posterior de la figura es enorme. Las posturas de sus figuras, su dinamismo, los escorzos a veces imposibles, el ilusionismo de sus arquitecturas, todo ello se transmitirá al manierismo y llegará hasta el Barroco.


Rafael


La escuela de Atenas
(La scuola di Atene)
Rafael Sanzio, 1510-1511
Pintura al fresco • Renacimiento
500 cm × 770 cm
Museos Vaticanos, Roma, 







Los desposorios de la Virgen, obra de Rafael (1504), que evidencia la influencia de Perugino. La Virgen del prado (1505-1506) obra de Rafael con claros rasgos leonardescos, como la composición triangular y la suave gradación de luces y sombras.




Posiblemente sea Rafael (1483-1520), el más joven de los tres, quien mejor represente la idea de equilibrio y orden en la pintura renacentista. Cristalizan en él las ideas clasicistas propias del humanismo y la mesura y proporción que pretenden reflejar el ideal. Aunque tuvo una vida más corta que los otros grandes maestros, su obra es más copiosa en la medida en que se centró más en la pintura, y contó con la ayuda de un amplio taller.


Se puede apreciar en Rafael la existencia de diversos momentos, pues iba sintetizando las diversas influencias que recibía, y las asimilaba como algo propio que iba añadiendo a su estilo. En sus primeras obras es obvia la influencia de Perugino, en la suavidad de sus personajes, enmarcados en composiciones geométricas que lograban sensación de profundidad mediante planos paralelos; sus Desposorios de la Virgen, por ejemplo, son claro trasunto de obras análogas de su maestro, como otros Sposalizio della Vergine o Jesús entrega las llaves a san Pedro, en el Vaticano.


Más tarde, Rafael estuvo en Florencia, y allí la influencia de Leonardo dan un toque de delicadeza a sus Vírgenes, con suaves sonrisas y modeladas con el claroscuro típicamente leonardesco; copia la composición triangular de Leonardo en numerosas Madonnas. La aportación más original de Rafael es su concepción espacial, al lograr transmitir sensación de profundidad y amplitud.


Cuando se instala en Roma en 1508, entra en contacto con la obra de Miguel Ángel. La grandiosidad de sus representaciones en la bóveda de la Capilla Sixtina, y ello dota a la obra de Rafael de una mayor fuerza y monumentalidad. A esta época pertenecen las Estancias de Rafael en el Vaticano, con contenido desigual en la medida que pasaban los años y el estilo se iba amanerando. Algunos frescos son propios de Rafael, mientras que en otros se ve más la mano de su taller, en particular de Julio Romano. Así, la Sala de la Signatura es pleno Cinquecento, auténtico Alto Renacimiento en estado puro, en cambio, el dinamismo y el desequilibrio aparecen en La expulsión de Heliodoro del templo o en El incendio del Borgo, con mayor dramatismo y violencia. El nerviosismo y la asimetría característicos del Manierismo se ven en su última obra, inacabada, la Transfiguración, con esos dos planos diferentes: el celestial y el terrenal, tratados también de manera distinta.


Otros maestros


A caballo entre el Alto Renacimiento y el Manierismo se encuentra la escuela veneciana. Precisamente las características propias de esta escuela hace difícil enmarcarlas en categorías comunes con las producciones pictóricas de Florencia o Roma.


Las obras finales de Giovanni Bellini (h. 1430-1516) muestran una asunción de los principios clasicistas del Cinquecento, superando su producción anterior, típicamente cuatrocentista.


En Venecia el color y la luz prevalecen sobre el dibujo y la forma. Se da mucha más importancia a la representación de la naturaleza que en los maestros de la escuela florentina. El paso decisivo, en estos momentos iniciales del siglo XVI, lo da Giorgione (h. 1477/78-1510). Giorgione, en obras como la Venus dormida (h. 1510), lo mismo que Durero con la Adoración de la Trinidad (1511) o los Cuatro apóstoles (1526), logra una sensación tal de plenitud, de modelo perfeccionado e ideal, similar a las obras de Leonardo o Miguel Ángel, que parece difícil de superar. Pero a diferencia de estos maestros florentino-romanos, Giorgione consiguió con su "descubrimiento" de la naturaleza, aportar un rasgo nuevo que permitió el trabajo de maestros posteriores de calidad, aunque se suelen enmarcar dentro del manierismo: Tiziano (que en realidad es su contemporáneo, pero que tuvo una gran longevidad), Tintoretto y el Veronés. Las obras de Tiziano ya no demuestran un estilo renacentista, sino algo más barroco, el manierismo.


Junto a ellos, cabe citar a maestros menores, seguidores de los grandes artistas florentinos, y que ya elaboran sus obras a la maniera de sus maestros. Así, Leonardo tuvo imitadores especialmente gracias a su etapa milanesa: Boltraffio, Andrea Solari (Solario) o Bernardino Luini. Discípulos inmediatos de Rafael fueron Giovanni da Udine, Julio Romano y Perino del Vaga. Tras el saco de Roma (1527) marcharon a diversos puntos de Italia, difundiendo el estilo de Rafael con características ya manieristas.


Miguel Ángel tuvo una enorme influencia durante el Manierismo y el Barroco sin que pueda señalarse sin embargo, una clara escuela de discípulos. Únicamente cabe mencionar a Daniele da Volterra, a quien correspondió tapar las desnudeces de la Capilla Sixtina, consideradas impropias en la época contrarreformista



Mercedes Tamara
10-12-2014

Bibliografia : El Renacimiento, Edic Taschen
                     Wikipedia









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